viernes, 15 de mayo de 2015

No dejes que la idea muera


   Las ideas vuelan todo el tiempo a través del universo. Nadie las ve, las escucha o las huele. No se pueden controlar. Son demasiadas, y como en cualquier cosa que abunda, no todas son muy buenas.
   Hoy, en ese vuelo que le llevó millones de años, una idea aterrizó en tu cabeza. ¿Estaba destinada a caer ahí? ¿Se cruzó de casualidad con vos en el inmenso universo que nos rodea? Jamás lo sabremos. Pero hay una cosa que estás obligado a hacer: no dejar que se escape.


   Claro está que las ideas sobran. No vas a ser hipócrita con eso. Miles y miles se cruzan por las cabezas de todos cada año. ¡El problema es que la mayoría son horribles!.. O ya fueron utilizadas (es posible que circulen varias ideas iguales en el universo, error de quien sea que las cree). También están esas que podrían haber llevado a la persona a la fama, al estrellato, o simplemente a una mejor vida... pero las dejaron pasar. No sabremos nunca qué tan geniales eran, o si aun continuan su extenso rumbo hacia otra mente afortunada. Es frustrante pensarlo. Pero vos tenés una en este momento.

  
   Llegó a la madrugada, a eso de las dos de la mañana, cuando no podías dormir. Diste muchas vueltas en tu cama pero los problemas del día a día, que se reunen en tu mente cuando no hay nada para distraerte, te agobiaron y no te permitieron ni cerrar los ojos. Y ahí apareció.
   Sencilla era, pero innovadora. Nunca habías oido algo acerca de lo que estabas pensando. Nunca encontraste algo así en la calle, en la tele, o en las redes sociales. En tu cabeza aparecía algo completamente nuevo para el humano, para el planeta, para la poca avanzada era en la que nos toca vivir. ¿Era tan genial como creías o era sólo un delirio del sueño?


   Tenés que anotarlo y revisarlo al otro día cuando te encuentres un poco más lúcido. ¿Anotarlo dónde? Si estás acostado, tapado, relativamente cómodo. El celular está lejos de tu alcance, cargando la batería. Los cuadernos de la escuela están en la mochila, y hace mucho frío como para destaparse e ir a buscar algo. Pensás, dudás mucho. Pero es obvio. ¿Cómo va a ser posible que te olvides algo tan bueno en sólo unas horas? Te relajás y respirás hondo. Al otro día vas a tener tiempo de anotarlo y analizarlo mejor. Te acomodás finalmente en tu cama. Y conseguís dormir.


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